viernes, 8 de febrero de 2013

Caesaraugusta dos

Cuando el cierzo desciende y se alza la niebla, 
toda la ciudad –mi Zaragoza amada- se cubre de palabras 
que surgen del silencio hacia la nada. 

Es entonces –el enorme Paseo 
se hace suave y hermoso- cuando veo las cosas 
como fueron: El niño, la explanada, 
la vieja que vendía cacahuetes y almendras. 
Pero cuando otra vez 
el aire del Moncayo violentamente baja, 
surgen los comerciantes 
en paños y en alhajas 
aupando a un tonto sabio 
que viene a hablar del alma. 

¡Ay mi ciudad con tantos pedestales 
cubiertos de anónimas palabras!: 
¿A dónde te diriges? 

Sólo tu espesa niebla 
permite ver las cosas 
igual que se veían en la infancia. 

José Antonio Labordeta

No hay comentarios:

Publicar un comentario